“Por Dios, que esta bacía es buena y que vale un real de a ocho como un maravedí”
Así se dirigía Sancho a Don Quijote en el capítulo XXI “que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero”
Como la primera edición del Quijote se publicó en 1605, este año se conmemora el cuarto centenario de ella. Sirvan estas letras como un pequeño homenaje de nuestra revista “El Barrero” a tan magno acontecimiento.
La referencia inicial es una frase hecha que indica que el maravedí era una moneda valiosa, pero no en este momento sino con anterioridad; y así es, pues el primer maravedí fue el acuñado por Alfonso VIII en Toledo, y era de oro.
En este momento de 1605 sería mejor aplicar otra frase, ahora en “El juez de los divorcios”: … y dellos y de la dote, si me muriese agora, no os dejaría valor de un maravedí, porque veais el valor que os tengo”.
En este momento de 1605 sería mejor aplicar otra frase, ahora en “El juez de los divorcios”: … y dellos y de la dote, si me muriese agora, no os dejaría valor de un maravedí, porque veais el valor que os tengo”.
Ahora el maravedí se asocia a algo de poco valor, pero no hay que extrañarse, pues esto sería sólo el inicio de una serie de devaluaciones a lo largo del siglo XVII.
La situación política con los Austrias es conocida por todos como gloriosa pero económicamente se puede calificar como de calamitosa. Las guerras, la peste, el abandono de la agricultura y la ganadería, y la emigración a América son, entre otras, las causas de la desastrosa situación de la Hacienda Pública que llevó a la aparición de un hecho curioso, el resello de la moneda usada por el pueblo llano, la moneda de vellón (aleación de cobre con un 10 % aprox. de plata)
El 13 de julio de 1602 se decreta “…que la moneda de vellón que en adelante se labrare fuese sin liga ni mezcla de plata y de la mitad del peso de la que agora corre…”
Y el 18 de septiembre de 1603 se decreta el resello de toda la moneda de vellón en circulación. Las piezas afectadas eran de 2 y 4 maravedíes de los Reyes Católicos, de Felipe II y del mismo Felipe III, pero siempre anteriores a esa fecha, lógicamente.
Y el 18 de septiembre de 1603 se decreta el resello de toda la moneda de vellón en circulación. Las piezas afectadas eran de 2 y 4 maravedíes de los Reyes Católicos, de Felipe II y del mismo Felipe III, pero siempre anteriores a esa fecha, lógicamente.
Pues bien, de esta forma las piezas de 2 maravedíes pasan a valer 4, y las de 4 pasan a valer 8.
La operación queda plasmada en un resello circular por una cara y sin fecha; aparece el valor en números romanos (IIII u VIII) con una corona encima, y debajo la marca de la ceca.
Las fechas de las monedas de la primera foto son interesantísimas pues como sabemos el “Quijote” lo escribió Cervantes mientras permaneció preso, lo que ocurrió entre 1601 y 1603, fechas casi coincidentes en el caso de la segunda con su acuñación y el posterior resello, por lo que podemos inducir que “Don Miguel sostenía la pluma, comenzó y terminó de escribir el Quijote entre las dos fechas de esa moneda”.
En la tercera y cuarta fotos tenemos las dos caras de 8 maravedíes del 1606, resellados posteriormente. En este caso podríamos decir que los primeros ejemplares del Quijote estaban recién impresos y se encontraban aún “calientes”.
La proceso del resellado de 1603 supuso la recogida de todo el numerario y su transporte a las cecas oficiales y a los talleres habilitados para ello; fue necesaria la colaboración de entidades y “contratados” al expreso.
Pero no olvidemos, se trataba de que en el taller entra una moneda, se le dá un golpe y sale con el doble de su valor. Visto así, decir que supuso un beneficio bruto para el Estado de 875 millones de maravedíes, pero claro, era la salida más fácil por parte del mismo para hacerse con fondos. La realidad fue otra, el envilecimiento artificial de la moneda al aumentar el valor sin modificar el contenido del metal originó una escalada de precios que afectó a las clases más humildes, y la suspensión de pagos de la Hacienda Pública en 1607.
Como los españoles no aprendemos de la historia y seguimos tropezando en la misma piedra, las operaciones de resellado no habían hecho más que comenzar y se siguieron produciendo casi ininterrumpidamente durante más de 50 años.
Fotos 1 y 2: Anversos de resellos de 4 y de 8 maravedíes consecuencia del decreto de 1603. El primero se realiza en Sevilla sobre 2 maravedíes de los Reyes Católicos, y el segundo en Granada sobre 4 maravedíes del propio Felipe III acuñados originalmente en Segovia en 1600.
Fotos 3 y 4: Anverso y reverso de ocho maravedíes de Felipe III de 1606 acuñados en Segovia. Posterior resello de 12 maravedíes.
Publicado en la revista El Barrero en julio de 2005